Los pies son uno de los grandes olvidados en nuestros entrenamientos y un buen causante de gran parte de las lesiones relacionadas con el running. El estrés que sufre en cada paso los miembros inferiores es enorme y depende de la velocidad. La articulación del tobillo recibe entre 2,2 a 4,8 veces el peso del cuerpo cada 20-40 milisegundos.

Para una persona que pese 75 kg y realice 1 kilómetro (1200 pasos), deberá añadir a su articulación 160 toneladas repartidas cada 18 segundos en cada pie. Esto nos hace ver la enorme adaptación que sufren nuestras estructuras a lo largo del tiempo.

El efecto del entrenamiento en el músculo es evidente a las pocas semanas de comenzar un entrenamiento. Sin embargo, el tejido conectivo no tiene esa efectividad en los procesos de adaptación.

La baja actividad metabólica de estructuras como cartílagos, tendones, ligamentos y cápsulas pueden necesitar hasta 12 meses para adaptarse.

Con estos datos, y teniendo en cuenta que el tobillo en este caso, y el resto de articulaciones en general están llenos de estas estructuras, el buscar rendimientos a corto plazo o entrenamientos intensivos en personas desentrenadas, podrá tener un efecto perjudicial a medio plazo. Las prisas nunca fueron buenas y en la salud mucho menos.

Mathias, D. (2016). The biomechanics of running. In Staying Healthy From 1 to 100 (pp. 82-82). Springer Berlin Heidelberg.